sábado, 20 de marzo de 2010

¿Contrato o relación? Ya no se...

Hola Mundo, me pongo de pie ante ti, de frente. Ésta soy yo, sin más abrigo que mi fantasía, mis campos sembrados de sueños a cenizas reducidos, con mil manos enemigas y una o dos que caminan a mi lado con sigilo. Lo siento si te fallo pero no soy un ideal, solo te digo que estoy a tu plena disposición, que la vida que tengo la aprovecho, la disfruto y sobretodo la vivo. Cualquier cosa que necesites, cualquier cambio que quieras hacer cuenta conmigo, por que antes de irme, lo habré mejorado. Al fin y al cabo, mi función aquí es mejorar las cosas, hacerlas más fáciles y más fructíferas. Después me iré, seré tan solo un recuerdo en ti si tú quieres. En ti y en tus manos está que esto no sea tan solo un contrato en el cual yo estoy cuando me necesitas y tu estás cuando te necesito. Mundo, tengo millones de cosas que decirte: te quiero, te odio; pero aún así te juro que nunca en la vida seré capaz de olvidarte.

domingo, 14 de marzo de 2010

M. Delibes

-¡Sálvese quien pueda! - Gritaban los niños que jugaban con globos de agua, sonrientes, felices. Cuanta envidia me daba su juventud, sus ágiles piernas, su vitalidad. Y yo, que los contemplaba desde mi perspectiva, desde el mundo que agoniza en mi interior, me sentía como un príncipe destronado. Siempre me habían dicho que tenía que vivir al día, que un año de mi vida pasaría rápido en mi situación, pero el camino de mi vida lo había hecho el loco que vivía en mi interior, no yo.

Él era pasional, audaz, vigoroso y grande; el ejemplo a seguir, la sintonía perfecta. Yo… yo tan solo soy la hoja roja que cae cuando llega el otoño, y que tantos niños pisan porque adoran el crujir de la sequedad bajo sus pies. Yo soy la sombra que descansa junto a la sombra del ciprés alargada, sombra de lo que fue y ya no es.

Cuando era niño adoraba a mi mejor amigo, con el que compartí juegos, peleas, noches y días. Nacho el mago le llamaba. Él creía que yo lo decía porque me traía dulces que robaba en la tienda de Mario para hacer la tarde menos pesada, para recuperarnos de los largos tutes en bicicleta por el campo, nuestra vida al aire libre, nuestra vida sobre ruedas. Pero en realidad era mago porque sacaba sonrisas de dónde no las había. Ambos conservábamos, hasta hace poco, el tesoro de nuestra infancia. Nuestras queridas bicicletas que tantas tardes nos habían salvado del aburrimiento y que tan grandes y audaces nos hacían sentir.

Grande y audaz: yo ya no le encuentro sentido a esas palabras. Mi vida se ha reducido a una novela de amor: Nací el día de los santos inocentes, crecí por esos mundos, me enamoré de una mujer de rojo sobre un fondo gris, la perdí sometiéndome a los estragos del tiempo y aquí sigo, después de veinticinco años de escopeta y pluma escribiendo el diario de un jubilado.

Sin embargo aprendí un día en cinco horas con Mario, el dependiente de la tienda en la que mi amigo robaba, que todo lo que yo he vivido, muchos quisieran vivirlo y pocos lo van a conseguir. Aventuras, venturas y desventuras increíbles dignas de recordar. Con veinticuatro horas diarias repartidas en ochenta y nueve años yo he sido capaz de amar y de sufrir, de llorar y sonreír; he sido capaz de dar vida a seis buenas personas, gente de provecho, pero he sido también un hereje sin perdón. He hecho dos viajes en automóvil teniendo en cuenta los tiempos que corren. He dicho siempre las cosas claras, he escrito todo lo que he querido sin que nadie me lo impidiera y he leído incluso lo que nunca me hubieran permitido leer en casa. Me he desarrollado como ser humano y como intelectual de mi oficio. He tenido tiempo para darme cuenta de que aún es de día, que no todo está perdido. He perseguido y conseguido mi gran objetivo en la vida: ser feliz. Y tan solo me quedaba un sueño por cumplir, algo imposible para los medios de los que dispongo. Yo, Miguel Delibes, quería ser eterno, pero hoy la literatura castellana está de luto.

In memoriam, 1920 - 2010 ♥

martes, 9 de marzo de 2010

Causa y efecto I

En la semana de examenes trimestrales suelo estresarme, no como bien y duermo poco; pero cada mañana antes de entrar a vomitar todo lo anteriormente estudiado me tomo un buen café en una cafetería cercana a mi colegio, ergo, me relajo.
El primer día transcurrió sin acontecimientos importantes. Nada más salir de la cafetería encontré a mi Amiga y caminamos juntas entre risas hacia la entrada, como cada mañana. Lengua Catalana y Lengua Castellana superadas al final del día.
A la mañana siguiente, mientras repasaba mentalmente todo lo estudiado, entré en la cafetería detrás de un grupo de mujeres ya jubiladas que el día anterior no había visto. El camarero me sirvió el habitual café matutino mientras hablaba y reía con las mujeres que se habían sentado dos mesas a la derecha paralelas a mi.
Siempre he sido una persona curiosa y que se cuestiona mucho las cosas; siempre busco una explicación mínimamente coherente a todo aquello que veo, siento, pienso o escucho, y aquel día hice mi Agosto, -los que seáis como yo, entenderéis porque me gustan las clases de filosofía-.
El caso es que las mujeres que estaban en el café conmigo hablaban muy alto y pude escuchar toda la conversación que establecieron. En un principio era algo normal, emisor y receptor, un canal muy amplio y un mensaje que se perdía entre sorbos de café y bocados a un croissant de aspecto más que apetecible. Ese mismo día yo tenia un examen de filosofía -concretamente: la evolución humana, inteligencia artificial y emocional y el poder que ejerce la cultura sobre la naturaleza animal de los humanos-, y mientras repasaba mentalmente como siempre hago, un fuerte golpe en una mesa me trajo de vuelta a la conversación de las locuaces jubiladas. Una de ellas, pienso que enfadada dado el alto volumen de su voz y su ceño fruncido, dijo algo parecido a "¿Sabes cual es el problema? Que ese era mi sitio!" Intenté rápidamente incorporarme de nuevo a la conversación y llegué a la conclusión de que hubiera sido mejor seguir a lo mío...
Al parecer, en el grupo de jubiladas, faltaba una integrante, como la "Toro Sentado" de la tribu: más anciana, de altura reducida, con gafas y cabello como la nieve.
Cada una tenia su sitio asignado a ambos lados de la mesa, y esa era una norma que ninguna de las Sioux podía saltarse.
Mi mente empezó a mover sus engranajes de golpe, ¿un examen de filosofía y un acontecimiento así en el mismo día? Me hizo cuestionárme muchas cosas y llegar a algunas conclusiones independientes que ahora intento aunar:
El ser humano es un ser vivo porque puede realizar las tres funciones básicas: nutrición, relación y reproducción; pero cabe recordar que no solo somos carne, que tenemos nuestras ideas y principios, nuestros valores morales que aquel día, cuando escuché a un grupo de mujeres que ya habían tenido tiempo para equivocarse y rectificar y para volver ha hacerlo a lo largo de su vida, me cuestioné seriamente: ¿Es posible que pongamos las cosas como primordiales y urgentes cuando en realidad no son lo importante; es posible que nos estemos equivocando a la hora de decidir lo que está bien o lo que está mal, el porque discutir o el porque dejar de hacerlo? Diariamente ofrecemos una visión de nosotros mismo que puede ser equívoca: que no muestres entusiasmo no significa que vivas en la ignorancia, que te muestres ignorante no significa que no sientas entusiasmo por según que cosas. Que pienses y luego actúes es un valor moral que se está perdiendo entre las gentes. Solo le pido un favor a la sociedad: antes de abrir la boca, enciendan el cerebro, dejen que funcione. Puede ser que la ética en según que mentes, sea algo de lo que no nos podamos fiar.
Por cierto, creo que he suspendido la filosofía.