jueves, 10 de diciembre de 2009

Compara y a lo mejor aciertas.

Hoy me ha dado por comparar dos setas.
La primera es algo vieja pero llena de vitalidad y cargada de experiencia. La segunda, más nueva, desconocida y de muchos colores que jamás había visto antes. Reconozco que en el momento en el que la encontré, supuse que sería venenosa, algo que también pensé de la primera. Pero ya ves tú: aquí me ves, devorando la seta de colorines y viajando a las raíces de aquella otra seta que tanto me dio que pensar a medida que caminaba hacia adelante. Se que esos colores tan vitalicios en algún momento pueden volverse sombríos, decadentes y sin ese brillo que los caracteriza. Sin embargo hay algunos colores, en esa gran nueva seta, que empiezan a formar parte de mi, que me son conocidos, que los tengo al alcance. Se que puedo colorear mi vida con ellos y que en ningún momento van a fallarme. En lo que se refiere a la vieja seta, -de nombre científico MW93- no hacen falta más sonidos ni silencios para describir su sabor porque todo está ya dicho. En un principio pensé que las dos setas serían venenosas, pero a estas alturas caigo en la cuenta de que es posible que ninguna de las dos lo sea.