domingo, 18 de diciembre de 2011

¿Cómo se hace un actor?


El pasado mes de Octubre de 2011 se inició un ciclo de conferencias sobre teatro en la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona. Dentro de este ciclo, el martes 8 de Noviembre de 2011 se realizó la conferencia que cerraba esta actividad: ¿Cómo se hace un actor? El conferenciante fue, en este caso, el director del ESAD del Institud del Teatre: Josep Lluis Guardiola que dividió su exposición sobre el tema en dos partes: la primera, en la que hacía una breve introducción sobre el Institud del Teatre y su amplio abanico didáctico y la segunda, donde se centraba en la figura del actor y en su formación en el centro.


L’escola d’Art Dramàtic o Institud del Teatre es un centro que agrupa cuatro escuelas distintas: l’Escola Superior d’Art Dramàtic (ESAD), el Conservatori Superior de Dansa (CSD), l’Escola d’Ensenyament Secundari i Artístic (EESA) i l’Escola Superior de Tècniques de les Arts de l’Espectacle (ESTAE).
Estas cuatro escuelas se aúnan con la finalidad de otorgar al estudiante una formación teatral completa y dotarlo así de una versatilidad fundamental para el desarrollo de su oficio. 
Este tipo de enseñanza, que agrupa a los encargados de atrezo (en castellano es “atrezo”) y técnicos de maquinaria, los dramaturgos y los propios actores, pretende una formación plural envolviéndolos, desde su formación, de todo aquello con lo que van a trabajar en un futuro próximo.


Según Guardiola “el actor nace y se hace”, es decir, que un actor en potencia tiene unos puntos clave que debe explotar pero que aún están por conocerse. Es aquí cuando entra en juego la metodología del Institud del Teatre ya que a través de ella se encuentra el punto a potenciar de cada aspirante. 
Lo que quiere la escuela es hacer evolucionar dichos puntos desde la propia persona hacia un posible actor a través de trabajar la expresión corporal, la voz, la presencia de cada persona, etc. hasta que llega a dominarlo por completo. 


El actor es una de las dos piezas clave por antonomasia para la representación teatral.
“La actuación es un oficio puramente vocacional. Debes tener muy claro porque te dedicas a ello, el por qué de una elección tan clara por este oficio” sentencia Josep Ll. Guardiola; y es que según nuestro conferenciante un actor no se hace solo con los conocimientos adquiridos en el centro sino que la propia vivencia de la persona dota a su alter ego de credibilidad y experiencia. A esto se le llama actor de método. “Existe un momento en la vida en el que entras en contacto con este oficio por completo y ahí sabes que es para ti. Aunque sea un oficio gratificante también es muy sacrificado.”


Josep Ll. Guardiola también explica que no todos pueden ser actores, que no debe olvidarse que actor también se nace, además, con una serie de características a intensificar:
La primera: la espontaneidad, -propia del teatro Barroco-, que solo surge cuando de verdad se trabaja desde un personaje, con la otra persona y el resto del conjunto en un presente. “Una espontaneidad muerta mata la vida del teatro”, concluye Guardiola.
La segunda característica es la verosimilitud: “Es más importante el imposible verosímil que el posible inverosímil” Es decir, que aunque sea algo imposible si es creíble será verdad para el espectador: “En el teatro se puede hacer absolutamente todo siempre que sea creíble.”
Y la tercera y última característica –aunque no por ello menos importante- es la organicidad del actor, la conexión completa entre idea, sentimiento y expresión. Esto significa que aquello que hace el actor debe parecer fácil para el espectador.


A fin de cuentas, el objetivo del Institud del Teatre es conseguir un actor competente, que conciba su oficio como una forma de vida, que sea artista y creador y no una simple marioneta guiada por un director y un guión. Un actor debe ser un atleta de los sentidos, debe generar propuestas, trabajar en equipo y ser solidario. No puede ser alguien arrogante, sino que debe ser humilde y debe estar formado, necesariamente, para satisfacer las necesidades de un mercado y poder transformarlo.
Debe ser una persona curiosa, casi chafardera, y totalmente observadora de dos realidades distintas: la exterior y la interior o lo que es lo mismo: la mímesis y las vivencias.


Así se forma un actor: observando distintas realidades, haciéndolas suyas y reflejándolas en un personaje. De todas formas, es importante que el actor encuentre un punto neutro –tal y como se llama a la posición que mantiene el cuerpo del actor cuando está en escena- para encontrar su esquema corporal y poder así transformarlo. El más mínimo cambio será un indicio de personaje, ergo, también de aprendizaje.


Para acabar, cabe recordar que el actor debe ser consciente de que esto es, antes que nada, un juego. Una mentira trabajada desde la verdad, pero una mentira al final y al cabo. Este debe rechazar el concepto de marioneta guiada por un todo y tener completamente claro quien es para así poder mantener viva la magia del teatro que auque se represente otra vez  mañana nunca será igual que hoy.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Conclusión de la mayoría de edad

Cuando alcanzas la mayoría de edad descubres que el tiempo pasa más de prisa. Y no solo eso, sino que siempre ha sido así, que nunca lo has notado y que, por consiguiente, lo has perdido.
Llega un momento en que la información se agolpa delante de ti y falta espacio dentro para guardarla. Que tus ojos han visto millones de cosas, que tu nariz ha podido percibir mil matices de un mismo olor en un instante, que tus oídos han escuchado cosas preciosas sobre ti misma y que, a veces, tu boca también las ha susurrado sobre otros.
En realidad, con los años, aprendes que lo único que no se detiene y permanece es el cambio en sí mismo y que, aún así, lo agradeces.

Si las cosas no cambiaran nunca la vida sería demasiado aburrida. Si todos fuéramos igual de sinceros los unos con los otros las cosas serían más fáciles pero nada sería especial en toda su forma. Si no olvidáramos una muerte no percibiríamos una vida. Si no perdiéramos el tiempo constantemente y de forma inútil no seríamos capaces de ver cuando debemos aprovecharlo en realidad.
A veces, una sonrisa para el tiempo y lo cambia todo. Incluso el mismo tiempo cambia cuando la sonrisa se mantiene 18 largos años y tiene intención de perdurar.