Las locuras solo las entendemos los locos. Los cuerdos no aceptan que no son parte de nuestro mundo y se indignan.
Para un loco no hay nada mejor que encontrar a alguien tan loco como él mismo, alguien con quien compartir mil locuras.
A veces, cuando los locos se pierden mutuamente, enloquecen hasta tal punto que la locura deja de ser un juego para pasar a ser un hoyo en que te vas hundiendo cada día un poco más.
Mi consejo es que nunca ames a un loco si aún te mantienes cuerdo.
Sin darte cuenta perderás la cabeza.